En 2021, en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén oriental, la enfermedad por coronavirus (COVID-19) fue la principal causa de muerte, seguida de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.1 La probabilidad de morir entre los 30 y los 70 años por determinadas enfermedades no transmisibles fue del 26,7% en comparación con el 8,8% en Israel. La encuesta por conglomerados de indicadores múltiples para el territorio palestino ocupado en 2019/2020 reveló desigualdades en la tasa de mortalidad infantil. Para los palestinos en el territorio palestino ocupado, fue de 12 por 1.000, mayor para los niños nacidos en campos de refugiados (17 por 1.000), mientras que la mortalidad de los niños menores de cinco años fue de 14 por 1.000 y mayor para los niños (16 por 1.000) que para las niñas (12 por 1.000). ). Estas cifras se comparan con una tasa de mortalidad infantil de 3 por 1.000 y una mortalidad de niños menores de cinco años de 4 por 1.000 en Israel en el mismo año.
Durante la pandemia de COVID-19, la violencia machista aumentó aproximadamente un 20% durante el confinamiento, en línea con el resto de países del mundo donde la pandemia está teniendo consecuencias negativas para las mujeres palestinas a nivel social, económico, sanitario… también está debilitando su participación en el mercado laboral y en el sector político. El largo confinamiento, la movilidad restringida, la pérdida de la única fuente de ingresos para cientos de familias y la incertidumbre sobre el futuro han puesto a la mayoría de las mujeres palestinas en riesgo de aislamiento y violencia doméstica.
A esto se suma el acceso limitado a la atención sanitaria, la imposibilidad de acceder a apoyo psicosocial, a servicios de protección social y familiar o a la justicia, ya que los tribunales están cerrados como consecuencia del confinamiento. Además, el cierre de muchos negocios y pequeñas y medianas empresas ha tenido un impacto directo en las mujeres y los jóvenes, lo que ha provocado un aumento del desempleo, la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Los determinantes de la salud siguen viéndose profundamente afectados por la actual ocupación. Las implicaciones económicas de la ocupación han contribuido a altas tasas de desempleo (en el segundo trimestre de 2022, 44% en la Franja de Gaza; 14% en Cisjordania), así como a altas tasas de pobreza e inseguridad alimentaria (un tercio de la población palestina en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén oriental, o 1,78 millones de personas, sufre una grave inseguridad alimentaria).
Se impide el acceso al agua y al saneamiento, en particular para las comunidades vulnerables de la Zona C de Cisjordania, las comunidades de refugiados y la Franja de Gaza, donde 1,37 millones de palestinos experimentarán necesidades de asistencia humanitaria en materia de agua y saneamiento de graves a catastróficas en 2023. Mientras tanto, la planificación discriminatoria Los procedimientos, incluidas las prácticas de demolición y desplazamiento, limitan el desarrollo de la infraestructura necesaria para promover la salud y el bienestar en estas comunidades y crean situaciones de precariedad e inseguridad que contribuyen a la mala salud y a las desigualdades sanitarias que afectan a los hogares palestinos 18.
18 https://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA76/A76_15-en.pdf